sábado, 23 de febrero de 2013

TOLERANCIA


TEMA: RESPETO A LAS DIFERENCIAS               
LOGRO:  RECONOCE LAS DIFERENCIAS QUE MARCAN LA VIDA Y ACERCA A LOS SERES HUMANOS EN COMUNIDAD.

INICADOR:
Analizo los matices de la vida para tomar decisiones que me guíen a metas definidas
Transformo la actitud crítica para comprender a mis semejantes


Don Evaristo, un viejo algo amargado, tiene un par de botas negras para cada día de la semana, colecciona las hojas del almanaque para quemarlas todas juntas el primer día del mes siguiente y en su desvencijado armario encuaderna sus libros con pastas de colores iguales.  Según dice, tanto las botas, como los días del calendario y sus libros deben ser idénticos.

Y todos los días hace lo mismo: se levanta a las 6:00 de la mañana, se persigna y desayuna; 15 minutos más tarde le dedica de manera exacta una hora a la lectura del periódico.  Después sale a arreglar el jardín de su casa, hasta que llega el momento del almuerzo, al cual le destina rigurosamente una hora.

En la tarde, justo a la 1:00 p.m., hace la siesta hasta las 3:00 p.m. Acto seguido vienen sus onces, un juego de dominó con sus amigos hasta la hora de la cena, reza unas oraciones y ahí sí ¡a dormir otra vez!

Sus días transcurren así, ¡calcados!  Lo peor es que obliga a su mujer a que lo acompañe en estos rituales cotidianos y se molesta cada vez que ella le reprocha por el tedio que todo esto le representa.

Según cuentan los que lo conocen, Don Evaristo, siempre fue así: frío, calculador y rutinario.

A sus hijos los quería educar de esa forma: pretendía que fueran a su imagen y semejanza. Aspiraba a que ellos siguieran el ritmo de la vida a modo de borregos, marchando, no hacia donde ellos quisieran, sino por donde el viejo Evaristo dijera.  ¡Claro! Ninguno de ellos les siguió la cuerda y todos prefirieron escapar, antes de terminar pareciéndose a su achacado padre.

 Las vidas de las “ovejas descarriadas”, como los tildó el viejo, fueron distintas a la de su decrépito padre. Educaron a sus hijos, crecieron con ellos, pero los dejaron volar; les infundaron valores, pero jamás los obligaron a obedecerlos a juro. Y, obviamente, siempre respetaron sus sueños.

 Nadie puede pretender que seamos como los demás. Es cierto: somos iguales, nos cubre el mismo sol, tenemos los mismos derechos que los otros y es evidente que nos corresponde hacerlos valer, gústenos o no. Pero, desde el mismo momento en el que nacemos dejamos de ser idénticos y empezamos a colocarles las rúbricas a nuestras acciones.

Mi apellido puede ser más humilde que el suyo, pero soy yo quien decido honrarlo con mis acciones; mis sentimientos pueden ser impulsos desaforados, pero es mi corazón el que late, no los de los demás.

La vida no tiene que ser una imitación de historias; por más que el resto de gente viva grandes experiencias, me corresponde vivir las propias. No calque su vida con espejos ajenos. No haga ese ridículo; sienta su propio mundo.  Eso no quiere decir que se tenga que aislar o que no respete a nadie. ¡Todo lo contrario! parta de él para entender que somos iguales; pero recuerde que no por eso usted tiene que ser ‘calcado’.

ACEPTE AL OTRO

Cuando vea que algo no le gusta de la otra persona, no haga  otra cosa distinta a la de respetarla. Tenga consideración hacia la manera de pensar de ella, muy a pesar de que sus conceptos sean diferentes a su sentir. Usted debe tratar a su semejante como si estuviera frente a un hermano e incluso como si se colocara en sus zapatos.  Y es que cuando se hace el ejercicio de caminar con las botas del otro, se encuentra por ejemplo, que no le tallan e incluso que lo hacen tropezar. La clave está en resistir esa particular forma de caminar en la vida.

Cada vez que pueda, haga esta interesante prueba. Verá que para intercambiar su punto de vista con otra persona, a veces tiene que ponerse en los zapatos de su prójimo. De esta forma usted logra transformar su actitud crítica y termina comprendiendo a su compañero, a su esposa, a su padre o a su amigo.

En eso consiste la tolerancia: es una fórmula mágica para comprender mejor a los demás y, por qué no, para hablar con ese ser que jamás ha podido entender.Cuando se es tolerante, se embellece el alma y se aclara el sentido de la vida; porque uno aprende qué es eso de aceptar al otro tal como es él. Además, hacer esto no le vale ni un peso y lo engrandece como ser humano.

TRABAJO EN CLASE

1.    Que reacción le despierta la historia de Don Evaristo?
2.    Que opina acerca de la decisión de los hijos del señor?
3.    Alguna vez ha criticado a alguien, juzgado o simplemente lo ha ignorado porque en ese momento   su actuar no fue el que usted esperaba?
4.    Alguna vez se ha puesto en la situación de alguien?  Por que?
5.    Como se siente si a usted lo juzgan sin darle la oportunidad de explicar la situación  a pesar de que esta era adversa  en ese momento para usted.

HISTORIAS DE JUAN, EL SUPERPAPÁ, Y SU FAMILIA”

Todo el mundo lo dice: “Juan es un hombre bueno, honrado e íntegro”. Todo un superpapá. Juan está felizmente casado con María y tiene tres hijos: Joaquín (16 años), Raquel (15 años) y Manuel (14 años).

Juan es siempre puntual en su trabajo. Bueno..., casi siempre. Algunos lunes se pone “enfermo”. Sus compañeros le creen, porque Juan es un hombre bueno. Suena el teléfono. Su cuñado ha tenido un accidente. Juan toma su coche para llegar pronto al hospital.
¡Vaya, la salida del garaje se encuentra taponada: una furgoneta se halla descargando!
–Apártese, que tengo prisa, dice Juan.
–No se impaciente, hombre, le responde el conductor de la furgoneta.
–Tengo mucha prisa. Apártese o llamo a la grúa.
– En seguida terminamos, hombre.
Juan llama a la grúa. Multa y todo lo demás. El conductor grita:
–¡Malaleche, desgraciado!
Juan no replica. Juan cree que las normas están para cumplirlas, y son normas para todos.

A Joaquín, el hijo mayor de Juan, no le gusta el futbol ni el baloncesto, prefiere entretenerse haciendo colecciones y trabajos manuales en casa. En su clase, lo más “in” es ser hincha del Real Madrid y ver los partidos de la NBA. Un día, en una discusión tonta, un compañero le dice: “eres un tío raro, no hay quien salga contigo”. Joaquín se siente dolido. Piensa que aunque no le gusta ir a jugar al fútbol, estaría encantado en quedar con sus compañeros de clase para ir al cine.

De regreso del trabajo, Juan entra a comprar tabaco. Deja el coche donde puede. ¡Cómo está el transito! Llega por detrás un coche y comienza a sonar el claxon.
–¡Apártese, hombre, que molesta!
–¡Un poco de paciencia. que ya voy!, responde Juan.
–Apártese, o llamo a la grúa.
Juan escucha la amenaza. A Juan le duele. Él es un hombre comprensivo con los otros, y le duele que los otros no sean comprensivos con él.

Manuel, el menor de los hijos de Juan, es llamado “marica” por casi todos los compañeros de su clase porque tiene modales que parecen “afeminados” a los demás. Manuel se enfada y contraataca insultándoles o pegándoles. La cosa empeora. Juan ha sido citado a las siete de la tarde por el director del colegio del muchacho. Son las 7:30 cuando el director le recibe.
– ¿Sabe Ud. qué hora es?
–Sí, las siete y media.
– ¿Cree Ud. que tengo el tiempo para perderlo?
–Discúlpeme, no he podido...
– No valen las disculpas. ¿Qué seriedad enseñan Uds. a los alumnos, si Uds. mismos son los primeros que no cumplen?

Para Juan hay que predicar con el ejemplo, incluso en los pequeños detalles.

María, la mujer de Juan, es militante política de un partido de derechas. Hoy en el trabajo, discute con varios compañeros y uno le suelta: “eres una facha asquerosa”. Ella le responde: “y tú un comunista endemoniado”. Juan está enojado por la poca tolerancia que hay en algunos ambientes de trabajo. 

Juan preside la comunidad de vecinos de su casa. Una familia gitana va a vivir en el ático. Se convoca una junta de la comunidad.
– ¿Qué sabemos de ellos? Pueden ser unos ladrones.
– No estamos seguros.
– En todo caso, seguro que son unos guarros, y nos van a dejar la escalera y el ascensor hechos una porquería.
– Pueden ser un peligro.
Como presidente, Juan ha de velar por la seguridad de los vecinos. Juan siempre piensa en los demás. Además, es un demócrata.
–No podemos admitir un peligro en nuestra casa, asevera Juan.

Raquel, la hija de Juan, mide 1,55 y pesa 63 Kg. Sus compañeras han acabado acomplejándola porque le dicen cada poco que es una enana regordeta. Raquel ha perdido seguridad en si misma y no quiere ir a las fiestas con sus compañeras. Juan es un buen padre, que se preocupa de su hija y decide apuntarla a un gimnasio. No todos los padres se desviven por sus hijos como Juan    
Respondemos a las siguientes preguntas:

¿Es coherente Juan en todo momento?
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¿Qué posibles prejuicios hemos descubierto en el texto?
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¿Y qué comportamientos intolerantes?
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¿Cómo se debería afrontar cada situación intolerante del texto aceptando las diferencias
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Pasando a la vida real, enumera tres situaciones de intolerancia con las que te has
encontrado en tu entorno cercano y sugiere propuestas para resolverlas:
1._____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

2._____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

3._____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

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